Le pasaba la mano por la cabeza, sintiendo como los finos cabellos resbalaban entre sus dedos. Le besó en la frente, aspirando el suave perfume a colonia Nenuco. Poco a poco el crío se iba calmando.
Con voz suave, tal y cómo había leído en los libros le decía que no tenía importancia. Que simplemente tenía que avisar antes. El niño asentía con su cabecita y el padre estuvo seguro de que no volvería a pasar.
Apenas media hora después lo vio encogerse ligeramente. Le preguntó y el niño le dijo que no. Pero, segundos después un charco delator dejaba constancia del nuevo fracaso. El padre miró al pequeño y este le dijo: "ota vé".
Con voz suave, tal y cómo había leído en los libros le decía que no tenía importancia. Que simplemente tenía que avisar antes. El niño asentía con su cabecita y el padre estuvo seguro de que no volvería a pasar.
Apenas media hora después lo vio encogerse ligeramente. Le preguntó y el niño le dijo que no. Pero, segundos después un charco delator dejaba constancia del nuevo fracaso. El padre miró al pequeño y este le dijo: "ota vé".
Comentarios