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Mostrando entradas de octubre, 2021

El buitre naúfrago

Nadie supo cómo había llegado hasta allí. Desesperado intentó posarse en la cruceta más alta del mástil. Pero no pudo. Siguió volando hasta el siguiente barco, tampoco lo logró. Quiso planear rumbo a tierra pero poco a poco fue perdiendo altura hasta llegar a posarse, o estrellarse, en el mar. Las gaviotas fueron las primeras en entender qué estaba pasando y comenzaron a volar en círculos sobre el cadáver que adivinaban. Tardaron un poco en decidirse, pero pronto un grupo de embarcaciones se acercó para intentar rescatarle. El buitre nadaba de un barco a otro para intentar subirse a alguno. Estaba tan agotado que no era capaz de impulsarse o posarse sobre ninguno de los múltiples objetos flotantes que le acercaban los navegantes. En un momento dado, hizo un postrero intento de levantar el vuelo. Milagrosamente avanzó sobre el mar unas decenas de metros, lo justo para acercarse tanto a la tierra que luego bastó el empuje de un par de olas para llegar a la orilla. Desde los barcos, los f

El hombre sin latido (o el prejubilado)

–No puede ser, debe haber algún fallo. La médico comprobaba las conexiones, los sensores estaban bien pegados en el cuerpo, los cables todos conectados, cada uno en su sitio, la máquina estaba encendida y, aparentemente, recibiendo lecturas. Sin embargo, en el papel no aparecía pulsación alguna. –No me lo explico, o la máquina se ha roto o eres un zombi con muy buen aspecto. Justo hace diez minutos he atendido a otra empleada y la máquina funcionó perfectamente –se rascaba la cabeza mientras lo decía–. Debe ser un error del software, así que tendrás que volver cuando lo arreglemos para repetir la prueba. Inmediatamente comenzó a despegar las ventosas. –Por lo demás todo parece estar bien –continuó–. Has adelgazado mucho, ya me contarás cómo lo has hecho; aunque has perdido un poco de agudeza visual y hay una longitud de onda que te cuesta escuchar. Pero eso es normal a tu edad. Vamos, que tienes buena salud, salvo este pequeño detalle. –Que no me late el corazón… –Que la máquina dice