La miró entrar en el despacho del jefe. La sonrisa disimulada le habría dado pistas a cualquier observador avezado, pero para el resto de los empleados resultó invisible. Como todas las anteriores.
A los pocos minutos salió llorando del temido cubículo. El "asesino" había vuelto a matar. Ana comenzó inmediatamente a recoger sus pertenencias. Algunos fueron a consolarla. Otros la ignoraron más que de costumbre. Pero sólo él le ofreció un hombro para llorar. Sólo él le pidió el currículum actualizado "para moverlo por ahí".
Ella, inocente, le dio las gracias cuando abandonó la oficina en busca del finiquito. El canalla, mentalmente, marcó una nueva muesca en el mango de su colt.
A los pocos minutos salió llorando del temido cubículo. El "asesino" había vuelto a matar. Ana comenzó inmediatamente a recoger sus pertenencias. Algunos fueron a consolarla. Otros la ignoraron más que de costumbre. Pero sólo él le ofreció un hombro para llorar. Sólo él le pidió el currículum actualizado "para moverlo por ahí".
Ella, inocente, le dio las gracias cuando abandonó la oficina en busca del finiquito. El canalla, mentalmente, marcó una nueva muesca en el mango de su colt.
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