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Mostrando entradas de diciembre, 2021

Una vida no lineal

Creo que todo comenzó el 26 de julio de 1991. Yo acababa de terminar la carrera de Empresariales y, antes de incorporarme a un puesto de trabajo en una caja de ahorros, estaba pasando mis últimas vacaciones de estudiante en La Línea. Habíamos llegado a la playa de Levante y, como de costumbre, me lancé directamente al mar. Lo había hecho cientos de veces, pero aquella tarde calculé mal, salté con más fuerza y más cerca de la orilla que otras veces. Aunque mis brazos iban por delante, el impulso y la cercanía inesperada del fondo los doblaron, de forma que recibí un tremendo golpe en la cabeza, fruto del cual me aplasté una vértebra, perdí media paleta y el conocimiento. Recuerdo haberme despertado en mi cama completamente desorientado, haber llegado a la cocina de casa y recibir de mi madre, en lugar de un abrazo y un beso, una soberana bronca por las horas a las que había llegado la noche anterior y por la vergüenza que había pasado mintiendo a mi jefe al excusarme. Era el 12 de mayo

El traidor a Bolívar

Es curioso que la historia recuerde casi con la misma intensidad a los vencedores que a los traidores. Tal vez sea porque sin los segundos, los primeros tendrían menos mérito, o porque ambos son el reflejo de la propia naturaleza humana, tan capacitada para el heroísmo como para la traición. Por eso el caso del general Roberto Enríquez resulta tan llamativo. Un hombre que había liderado la revuelta contra el gobierno del rey. Un hombre que había combatido hombro con hombro con Bolívar, y que había planteado la estrategia de decenas de batallas victoriosas para los suyos. Un hombre al que sus soldados idolatraban. El general Enríquez, tal vez envidioso de los éxitos de su compañero de armas, tal vez cansado de batallar o tal vez simplemente comprado son el suficiente dinero, fue el responsable del atentado que casi dejó sin héroe a una revolución. Bolívar no debía haber salido vivo de aquella encerrona, pero tampoco debía llevar una guardia tan numerosa. La fortuna quiso que se encontra