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Mostrando entradas de octubre, 2015

La infestación

Nunca antes España había sufrido una peste como aquella. Primero fueron las clases más desfavorecidas, pero poco a poco el mal se fue extendiendo a toda la población. Los médicos no podían explicar el porqué del rápido avance y apenas fueron capaces de encontrar el vector que propagaba la infección. Los gobernantes primero intentaron culpabilizar a los propios enfermos y luego a una seguridad social hipertrofiada e ineficiente. Tan solo el arzobispo de Cuenca, en un arrebato de brillantez, fue capaz de relacionar la peste con un mal moral, con una sociedad enferma en su conjunto. Pero el Vaticano se encargó de silenciarle a petición del Gobierno. Y la peste se hizo endémica en el país. Y los médicos siguieron sin poderla explicar.

La mazorca

Le había costado verla, tal vez porque había crecido lejos de las otras. Era posiblemente la última mazorca de la Tierra, al menos de la tierra que él conocía. Sopesó guardar los granos y sembrarlos, así habría más maíz la próxima vez que pasase por allí. Pero pensó que algún otro merodeador podría descubrirlo antes, o algún animal salvaje. Y él tenía hambre en ese instante. Comenzó a mordisquearla al tiempo que sus pensamientos se centraban de nuevo en el camino.

Todo a un euro

Aquellos ojos rasgados le atraparon la primera vez. Por ellos estuvo acudiendo a la tienda a comprar cosas inútiles entre una y dos veces por semana. Por ellos se apuntó a una academia de chino para poder decirle algunas palabras en su propio idioma. Por ella comenzó a leer libros de maestros orientales, y comenzó a hablar como Paulo Coelho. Por ella imaginó abandonar su vida, su trabajo y su familia. Por ella lloró cuando cerraron la tienda. Con ella se le fue el valor y cuando le preguntaron por sus lágrimas solo pudo responder: "¡cómo no será esta crisis que hasta los chinos acaban quebrando!"