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Mostrando entradas de 2022

Videotestamento

Mi nombre es Alberto Garcés Fernández. Hoy es 13 de febrero de 2222, son las 17:23 y, como atestiguan las constantes vitales que se superponen en esta imagen, me encuentro en un estado de salud acorde a mi edad. Esta grabación personal no tendrá cortes ni será editada, convirtiéndose así en mi testamento. En el momento de terminar la grabación la incorporaré a la cadena de bloques del Registro General Estatal de Últimas Voluntades y dejará sin validez cualquier otro documento previo ya sea escrito, oral o visual en el que exprese algún deseo o idea, general o concreta, en torno a mi muerte y al destino y reparto de mis bienes, activos financieros y suscripciones. En primer lugar, nombro como mi albacea testamentaria a mi querida hermana menor, Sonia Ángeles Hernández de las Heras, quién podrá tener acceso a mi archivo maestro de contraseñas, con el fin de que pueda administrar la baja en los diversos servicios de pago diario, semanal y mensual. Ella será, por añadidura, quién pueda dis

La decisión acertada

En la academia de oficiales había hecho varios ejercicios sobre esta cuestión. A él le costaba mucho tomar la decisión acertada y, en la mayoría de las ocasiones, se equivocaba: acataba las órdenes cuando no debía y las obviaba cuando era necesario cumplirlas. En las últimas semanas, aún encontrándose lejos del frente, comenzó a maldormir a causa de unas pesadillas recurrentes en las que se veía alternativamente pulsando el botón y descerrajándole un tiro al presidente. Cuando se despertaba alterado y sudoroso, intentaba tranquilizarse de la única forma que los militares de su edad y rango sabían hacerlo: con vodka. Al principio estaba seguro de que no tendría que tomar esa decisión, al fin y al cabo la previsión era la de una rendición rápida. Los estrategas habían planteado un escenario de resistencia a medio plazo, en el que el frente de avance ya habría alcanzado la capital y entre un 50 y un 60 % del territorio enemigo. La negociación sería entonces rápida y todos recibirían nueva

El americano de Bolonia

Tal vez deba comenzar esta historia reconociendo que soy un mitómano redomado. Posiblemente ya en mi infancia incubaba el germen de esta enfermedad, puesto que coleccionaba con pasión casi religiosa cuanto álbum de cromos de serie famosa se publicaba y, por supuesto, cualquiera de los muchos que salían sobre fútbol. En la adolescencia el interés viró hacia la música, transformándome en un coleccionista de discos, pósteres y camisetas de los grupos que me gustaban, casi todos de la Movida. Luego, con la llegada de Internet y de cierta madurez, fijé mis objetivos en algunos grandes de la música clásica y la ópera. De María Callas, por ejemplo, llegué a reunir la colección de grabaciones más completa de Europa, y a punto estuve de comprar uno de los trajes con los que la diva interpretó a Tosca en la Scala. Y en los últimos años mi atención se ha centrado en los compositores de bandas sonoras de cine: Morricone, Zimmerman, Powell, Horner y, por supuesto, el excelso Williams. A lo largo de

Trotski, el labrachicha

La carta nos llegó tres días después de su fallecimiento, el 12 de mayo de 2022. Por fin, y tras cinco años de idas y venidas, de varios hackeos y de decenas de excelsas falsificaciones de certificados de pedigrí y análisis de ADN, la Federación Mundial de Razas Caninas Selectas reconocía que nuestro Trotski era el ejemplar prototípico de la nueva raza labrachicha, derivada de diversos cruces entre labradores, pastores alemanes y téckeles. Apenas nos sirvió de consuelo; en realidad nos devolvió la punzada en el alma que ya nos había producido Google cuando nos recordó la mañana en la que estaba programado su sacrifico el día que llegó a casa, justo trece años antes. Nuestro flamante labrachicha llegó a nuestras vidas un 9 de mayo de 2009, proveniente de una protectora de Adra, lloroso y en una caja de cartón. A primera vista, el tamaño de sus patas prometía un perro considerable. Pero la promesa solo se cumplió en parte, ya que de su herencia labradora sacó un potente ladrido (impropi

Enumeración de un desengaño

Una mirada furtiva. Una pregunta inocente. Una forma rebuscada de decir tu nombre y conocer el suyo. Un desaire esquivado por poco. Una invitación en la cafetería del hotel. Una conversación sorprendentemente franca. Un punto y final que es un punto y seguido. Una coincidencia de planta. Un ascensor que parece estrecharse. Unos labios que se buscan y se encuentran. Un sentimiento de culpa. Un lo siento, no puedo hacer esto. Un regreso solitario a la barra. Una solitaria copa de wiski.  

Beatriz buscándose en el hielo

Aquel año había adelantado sus vacaciones para poder viajar a Argentina. Tenía previsto un mes de viaje de casi-novios con Eduardo. Pero una semana antes de iniciar la ruta, él le dijo aquello de «tenemos que hablar». Finalmente se convirtió en un tránsito de superación personal y sentimental. Poco a poco, la distancia y el paso de los días fueron suavizando el dolor, hasta que llegó a pasar un día completo sin echarle de menos. El mejor momento de aquel día lo vivió en el Perito Moreno, apoyada en la regala del barco en el que se hacía la excursión. El patrón se aventuró a acercarse a la mole de hielo más de lo que parecía aconsejable, pero eso le permitió fijar en su memoria el instante en el que pudo verse reflejada en el hielo. Esa soy yo, se dijo.Aquella imagen le acompañó de vuelta a España y gracias a ella superó sin mayores problemas el reparto de los bienes, la búsqueda de un nuevo piso y la soledad de una ciudad en la que lo único que le quedaba era el trabajo. Foto: Pixabay

El relatista

Ya me llamó la atención el tipo de letra usado en la tarjeta, anticuado y difícil de leer. Pero más aún el título que aparecía bajo su nombre: Américo Valencia Alba. Relatista. Debió leer en mi rostro la extrañeza porque me preguntó si todo estaba bien. «Claro, solo es que no entiendo bien su profesión: ¿es usted escritor o algo parecido?» Resultó evidente que esperaba una pregunta similar, porque inmediatamente comenzó a hablar: «algo parecido. Yo creo relatos para empresas y personas que necesitan conectar su historia o sus productos con la gente. ¿Conoce usted las magdalenas de Panadería del Viso?» «Panaderos de tercera generación», le dije yo, repitiendo el eslogan de sus anuncios en Youtube. «Bueno, no exactamente, en realidad es una empresa que pertenece a un fondo de inversión noruego. Estaban interesados en el sector, compraron varias plantas por España y llegaron a acuerdos de distribución con una gran cadena minorista. Pero entendían que, aparte de buenos productos, necesitab

La tribu

Llevan viviendo en el valle y sus alrededores desde hace tan solo cinco generaciones, pero ellos creen que han estado allí desde siempre. Los relatos que se cuentan alrededor del fuego sobre un tiempo en el que el hielo lo invadía todo, los ubican en un momento mítico, demasiado atrás en como para que pueda ser importante. Solo el chamán lo sabe, porque él sí conoce la importancia de las leyendas y porque fue parte del legado de conocimientos que le dejó su antecesora. Por eso es el primero en identificar los signos a su alrededor: las lluvias se hacen cada vez más infrecuentes e intensas y el suelo comienza a cuartearse en las orillas del lago a medida que el agua se retira. Y por eso se da cuenta de que pronto tendrán que abandonar aquellas tierras y trasladarse más norte. Con un poco de suerte, aún le quedarán fuerzas para ver a los suyos establecidos en un nuevo lugar. Aunque cada nueva mañana se dice a sí mismo que su marcha al mundo de los espíritus debe esperar, lo cierto es que

David Uclés muere en Tegucigalpa

Suelo contar que lo hago para controlar las citas bibliográficas, pero a mis amigos les reconozco que la verdadera causa es la vanidad. Tengo una búsqueda automática en Google con mi nombre. Hasta el pasado 12 de diciembre la mayor parte de los resultados que me mandaba el algoritmo del gran buscador eran mis esporádicas apariciones en la prensa local y numerosos cruces casuales de mi nombre y mi apellido, parece ser que hay una tecnología cuyas siglas coinciden con U.C.L.E.S.; aunque también solían aparecer otras personas con mis mismos nombre y apellido: un artista de Úbeda o un ingeniero de Barcelona. Sin embargo, aquel día el enlace me dirigía a un diario hondureño y a un titular de crónica negra: “Dentro de casa abandonada hallan muerto a un hombre en el barrio de Pueblo Nuevo” . El nombre aparecía en el subtítulo: “El fallecido fue identificado como David Uclés, de 54 años”. Por primera vez se producía una doble coincidencia, el nombre y la edad. Por supuesto, seguí leyendo la no

Alfa y omega

Lucía nació un 25 de diciembre por cesárea. Entonces el plazo de recuperación solía se de una semana, así que para el día de año nuevo estaba prevista su llegada al hogar. Pero, por razones desconocidas, a la niña le sobrevenían violentos ataques de fiebre car vez que los médicos comenzaban a tramitar el alta. El 6 de enero nació en el mismo hospital Alejandro, de parto natural. Ambos bebés durmieron cuna con cuna durante dos noches y solo cuando se llevaron al niño desaparecieron los ataques de Lucía. Volvieron a coincidir en la guardería, donde jugaban juntos a diario. El día que alguno de los dos faltaba al centro, el otro pasaba las horas de mal humor, llorando por cualquier causa y aislado del resto de niños. Ahí se acabaron las coincidencias. Luego, Alejandro se fue con sus padres a otra ciudad. Allí creció, allí se educó y allí terminó formando una familia, y luego otra y luego dejó de intentarlo. Lucía se pasó la infancia y luego la vida notando que algo le faltaba, nunca termi