Le bastaron tres párrafos para darse cuenta. Vargas Llosa podía segur ocupando su lugar en su Olimpo personal de escritores. Pero él nunca podría llegar a juntar las palabras de esa manera, por más que se empeñara a diario en ello, por más que sus ejercicios fueran necesariamente cortos para facilitar el milagro.
Pensó que no era digno se seguir escribiendo, lo suyo no era escribir, era eructar palabras y ornarlas de pomposas metáforas desvaídas. En vez de "No más de 15 al día", su colección de microrrelatos debía llamarse "15, y ni una más".
Así que entró en Blogger dispuesto a desterrar sus cuentos para siempre de la maraña de internet. Pero, en lugar de eso, terminó pulsando "crear una nueva entrada".
Pensó que no era digno se seguir escribiendo, lo suyo no era escribir, era eructar palabras y ornarlas de pomposas metáforas desvaídas. En vez de "No más de 15 al día", su colección de microrrelatos debía llamarse "15, y ni una más".
Así que entró en Blogger dispuesto a desterrar sus cuentos para siempre de la maraña de internet. Pero, en lugar de eso, terminó pulsando "crear una nueva entrada".
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