Decenas de personas pasan por su lado cada día. Hoy está en Almería, pero hace un mes estaba en Barcelona, y antes pasó por Madrid. Hace como 90 años estaba en La Habana. Y, antes, permaneció en una tienda asturiana más de cinco años esperando que un viajero improbable la comprara.
Su vocación era la de ir con artistas, turistas o, en el peor de los casos, con algún hombre de negocios. Sin embargo, terminó en manos de un hombre sin nombre que marchó a hacer las américas cargado con los sueños de todos los suyos.
En Cuba apenas salió de La Habana, tan sólo una vez, para un viaje ocasional en el que por primera vez montó en automóvil. Allí permaneció 10 años. Regresó en un camarote de primera, acompañada de maletas lujosas. El retorno fue definitivo, ya nunca volvió a salir y quedó amontonada en el desván de una casa de indianos hasta que alguien se dio cuenta de que podía servir para contar una historia que era a la vez la historia de muchos.
Desde ese día viaja por toda España, enseñándoles a los ciudadanos ricos y orgullosos de hoy que no hace tanto tiempo atestábamos con nuestra miseria los caminos de la evasión hacia la felicidad.
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