La había visto en la piscina. Sus cabellos casi blancos destacaban sobre el celeste impoluto del agua. La había visto salir del baño, chorreando gotas de lujuria desde sus nórdicos pezones. La había visto hundirse en el mar, desnuda, con los ojos de mil hombres clavados en sus nalgas.
Y ahora la veía de nuevo, recostada junto a él, con la cabeza sobre su pecho, y entonces pensó que tal vez nunca vería nada tan bello como el rostro de su mujer, diciéndole adiós con un velo de tristeza en los ojos.
Y decidió regresar.
Comentarios
Felicidades, de veras.
Javier.
PD. He llegado a ti a través de "Zarachrome" o lo que es lo mismo, MACnolo.