– Te estaba esperando.
– Ya... Me entretuve en un accidente. Lo siento.
– No, no es eso, me refería a que te estaba esperando desde hace años.
– Pero no era el momento.
– ¿Qué no era el momento? ¿Te has parado a pensar en la de sufrimiento que he estado soportando?
– Yo no pienso y, repito, no era el momento.
– Cinco años de inmovilidad absoluta. Cinco años de pensamientos autistas, de llamadas sin respuesta, de ser menos que una piedra.
– Bueno, ahora todo acabó, ahora podrás descansar.
– Y, después, ¿qué?
– No lo sé, ni siquiera yo lo sé.
– Ya... Me entretuve en un accidente. Lo siento.
– No, no es eso, me refería a que te estaba esperando desde hace años.
– Pero no era el momento.
– ¿Qué no era el momento? ¿Te has parado a pensar en la de sufrimiento que he estado soportando?
– Yo no pienso y, repito, no era el momento.
– Cinco años de inmovilidad absoluta. Cinco años de pensamientos autistas, de llamadas sin respuesta, de ser menos que una piedra.
– Bueno, ahora todo acabó, ahora podrás descansar.
– Y, después, ¿qué?
– No lo sé, ni siquiera yo lo sé.
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