He estado mirando la circunferencia blanca del reloj durante una hora completa. Me he dejado adormilar con las vueltas del segundero y, en algún momento, me ha parecido sorprender el movimiento de la aguja pequeña avanzando en su circular sendero.
El tiempo desmigajado en segundos me ha transcurrido siendo plenamente consciente de cada instante, hipnotizado por el tictac lejano que provenía de la caja de acero. Ella me lo regaló en nuestro primer aniversario. Y yo le compré uno gemelo, aunque más pequeño, ideal para su menuda muñeca, ideal para su corazón de duro metal.
Desde hace una hora se que nunca me ha querido, y mi primera lágrima ha tardado en salir apenas cuatro minutos. Desde hace una hora sé que podría seguir viviendo con ella, aunque no soporte la idea de saber que nunca me quiso.
El tiempo desmigajado en segundos me ha transcurrido siendo plenamente consciente de cada instante, hipnotizado por el tictac lejano que provenía de la caja de acero. Ella me lo regaló en nuestro primer aniversario. Y yo le compré uno gemelo, aunque más pequeño, ideal para su menuda muñeca, ideal para su corazón de duro metal.
Desde hace una hora se que nunca me ha querido, y mi primera lágrima ha tardado en salir apenas cuatro minutos. Desde hace una hora sé que podría seguir viviendo con ella, aunque no soporte la idea de saber que nunca me quiso.
Comentarios