Desde pequeña se supo especial. No era solo que la gente se lo dijera, que también; sino que en su fuero interno se daba cuenta de que su forma de ver las cosas era diferente de la del resto de los humanos. Por eso no entendía los chistes con doble sentido, aunque reía cuando veía hacerlo a los demás, por mera cortesía. Por eso era incapaz de manifestar algo en contra de sus pensamientos, o de mentir sobre cualquier cosa.
Mientras fue niña, el resto del mundo la soportó, pero en el momento en que su cuerpo comenzó a parecer adulto, aquellas gracietas infantiles se convirtieron en aristas afiladas de un carácter inmaduro, como decía su madre. Por eso acabaron llevándola a un psiquiatra que puso un extraño nombre de enfermedad a lo que ella simplemente llamaba su alma blanca.
Mientras fue niña, el resto del mundo la soportó, pero en el momento en que su cuerpo comenzó a parecer adulto, aquellas gracietas infantiles se convirtieron en aristas afiladas de un carácter inmaduro, como decía su madre. Por eso acabaron llevándola a un psiquiatra que puso un extraño nombre de enfermedad a lo que ella simplemente llamaba su alma blanca.
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