Su sueño le costó la vida. Cuando se lo contó al sultán por primera vez, a éste le pareció que la idea tenía sentido. Un mapa pormenorizado de todos los dominios del Imperio de la Sagrada Puerta resultaría una herramienta estratégica muy útil en tiempos de guerra. Se hicieron venir geógrafos de todos los rincones del imperio, y los mejores artesanos de Estambul fueron puestos a la tarea de representar en tres dimensiones cualquier río, montaña o pradera que hubiera en las fronteras del reino.
Los jardines de Topkapi fueron sacrificados para dejar espacio a la enorme maqueta que día tras día crecía sin parar. Al cabo de diez años de duro trabajo, el Bósforo, la península de Anatolia y hasta las estribaciones de los Cárpatos estaban representadas con un grado de realismo nunca antes alcanzado. El sultán estaba gratamente satisfecho y él fue nombrado astrólogo real. Pero no se conformó. Logró convencer al sultán de la necesidad de poblar aquel paisaje desnudo de sus habitantes: casas, plantas, animales y hombres.
Se organizó un cuerpo especial de censores que debían recopilar la información de todos los habitantes: nombres, edades, lugares en los que habitaban, así como nacimientos, defunciones, bodas y demás situaciones para que el mapa fuera en todo momento lo más real posible. Los mejores escultores se afanaban en realizar las figurillas, que poco a poco fueron habitando las casas de la maqueta.
A estas alturas, el coste del mapa había excedido con creces cualquier importe previsto, y los enemigos del astrólogo tejían miles de insidias para hacerle caer en desgracia. La más exitosa es la que afirmaba que su pretensión era recrear todo el reino para luego poder manejarlo a voluntad, manipulando a través de los muñecos y la magia a todos los habitantes del imperio, incluido el propio sultán. Pero cuando el astrólogo pretendió que las figuras tuvieran el aspecto real de todos y cada uno de los súbditos, el monarca supo finalmente que estaba loco y que su locura podría acabar arrastrando a todo el reino. Así que lo ejecutó ese mismo día. Mandó destruir el mapa y, para conjurar cualquier posibilidad de retomar la idea, hizo desaparecer cualquier mención al astrólogo en los documentos públicos y quemó todos sus escritos en la misma pira en la que ardió su sueño.
Los jardines de Topkapi fueron sacrificados para dejar espacio a la enorme maqueta que día tras día crecía sin parar. Al cabo de diez años de duro trabajo, el Bósforo, la península de Anatolia y hasta las estribaciones de los Cárpatos estaban representadas con un grado de realismo nunca antes alcanzado. El sultán estaba gratamente satisfecho y él fue nombrado astrólogo real. Pero no se conformó. Logró convencer al sultán de la necesidad de poblar aquel paisaje desnudo de sus habitantes: casas, plantas, animales y hombres.
Se organizó un cuerpo especial de censores que debían recopilar la información de todos los habitantes: nombres, edades, lugares en los que habitaban, así como nacimientos, defunciones, bodas y demás situaciones para que el mapa fuera en todo momento lo más real posible. Los mejores escultores se afanaban en realizar las figurillas, que poco a poco fueron habitando las casas de la maqueta.
A estas alturas, el coste del mapa había excedido con creces cualquier importe previsto, y los enemigos del astrólogo tejían miles de insidias para hacerle caer en desgracia. La más exitosa es la que afirmaba que su pretensión era recrear todo el reino para luego poder manejarlo a voluntad, manipulando a través de los muñecos y la magia a todos los habitantes del imperio, incluido el propio sultán. Pero cuando el astrólogo pretendió que las figuras tuvieran el aspecto real de todos y cada uno de los súbditos, el monarca supo finalmente que estaba loco y que su locura podría acabar arrastrando a todo el reino. Así que lo ejecutó ese mismo día. Mandó destruir el mapa y, para conjurar cualquier posibilidad de retomar la idea, hizo desaparecer cualquier mención al astrólogo en los documentos públicos y quemó todos sus escritos en la misma pira en la que ardió su sueño.
Comentarios
Me ha gustado... muy borgiano ;)