– Adiós.
– Me voy.
– Te dejo.
– Hasta nunca.
Oigo las palabras malditas que envenenarán tu recuerdo para siempre. Y me dejo arrastrar por el caluroso barro de mis miserias.
Te has ido. Me has dejado. Me has dejado muerto en vida, pensando en no hacer la próxima inspiración.
– Me olvidarás.
Y entonces te creo. No hay vuelta atrás y sólo puedo buscar un rincón en el que llorar mi ausencia de ti, borrar tu rostro y alejar tu recuerdo de mi vida.
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