– ¡Ya voy! ¡Ya voy! ¡Vaya! ¿No hay más cosas que tirar? ¿Habéis estado guardándolas hasta estar seguros de poder baldarme?
Baja por la escalera y cuando llega al portal aún le resuenan en los oídos las palabras de su jefa, por la mañana. Unas palabras que le han estado martilleando desde que las oyó: "Desengáñate, tú no vales para esto".
Su mujer le acaba de dejar claro que en casa sólo sirve para tirar la basura y sus hijas adolescentes no le hacen ningún caso, ya que apenas las ve. Para colmo, el pedal del contenedor no funciona y tiene las dos manos ocupadas con bolsas: una de orgánicos, dos de envases y otra más de vidrios. Comienza a llover.
– ¡Me cago en Dios! ¿Es que hoy es el día universal del puteo a Jorge?
Los contenedores de cristal y envases están a un par de manzanas de distancia y comienza a estar calado. Prueba con el recipiente azul para papel. Se abre perfectamente. Mete dentro todas las bolsas, con un cierto sentimiento de culpabilidad.
Pero a esas horas y bajo esa lluvia una policía municipal le está mirando. Y le multa. El espera paciente bajo la lluvia que la agente le extienda la denuncia.
– Parece mentira que por ahorrarse usted unos pocos metros... – Le espeta la policía.
Él intenta no contestar, pero sus labios emiten involuntariamente un "Dios es mujer".
Baja por la escalera y cuando llega al portal aún le resuenan en los oídos las palabras de su jefa, por la mañana. Unas palabras que le han estado martilleando desde que las oyó: "Desengáñate, tú no vales para esto".
Su mujer le acaba de dejar claro que en casa sólo sirve para tirar la basura y sus hijas adolescentes no le hacen ningún caso, ya que apenas las ve. Para colmo, el pedal del contenedor no funciona y tiene las dos manos ocupadas con bolsas: una de orgánicos, dos de envases y otra más de vidrios. Comienza a llover.
– ¡Me cago en Dios! ¿Es que hoy es el día universal del puteo a Jorge?
Los contenedores de cristal y envases están a un par de manzanas de distancia y comienza a estar calado. Prueba con el recipiente azul para papel. Se abre perfectamente. Mete dentro todas las bolsas, con un cierto sentimiento de culpabilidad.
Pero a esas horas y bajo esa lluvia una policía municipal le está mirando. Y le multa. El espera paciente bajo la lluvia que la agente le extienda la denuncia.
– Parece mentira que por ahorrarse usted unos pocos metros... – Le espeta la policía.
Él intenta no contestar, pero sus labios emiten involuntariamente un "Dios es mujer".
Comentarios
Saludos afectuosos,
Sofy