Siempre me pareció un nombre impropio para un bar, pero si yo hubiera tenido que montar uno, posiblemente lo hubiera hecho a su imagen y semejanza. El nombre, a priori, no tenía nada que ver con lo que uno se encontraba dentro. Aunque eso era a priori. Sólo cuando el dueño te tomaba confianza era cuando le encontrabas sentido al letrero de la entrada.
Hoy es uno de esos días en los que viene bien un buen consejo. La presión en el trabajo es tal que me encuentro entre la espada y la pared, y entonces es le pido a Pedro que haga salir de la cueva a Platón.
Platón me mira directamente a los ojos, yo diría que incluso me husmea directamente a los ojos, y entonces pregunto. Le cuento mi dilema: no sé si plantarme o rendirme y abandonar la empresa. Por un momento deja de mirarme, le da un mordisco a la rebanada de pan que tiene a su alcance y entonces habla.
Como siempre, hago lo que dice y funciona.
A estas alturas ya no me sorprende que Platón sea un ratón, lo que me intriga de verdad es que nunca se equivoque.
Hoy es uno de esos días en los que viene bien un buen consejo. La presión en el trabajo es tal que me encuentro entre la espada y la pared, y entonces es le pido a Pedro que haga salir de la cueva a Platón.
Platón me mira directamente a los ojos, yo diría que incluso me husmea directamente a los ojos, y entonces pregunto. Le cuento mi dilema: no sé si plantarme o rendirme y abandonar la empresa. Por un momento deja de mirarme, le da un mordisco a la rebanada de pan que tiene a su alcance y entonces habla.
Como siempre, hago lo que dice y funciona.
A estas alturas ya no me sorprende que Platón sea un ratón, lo que me intriga de verdad es que nunca se equivoque.
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