Entrecerró los ojos y volvió a mirar al cielo. Los puntos blancos se hicieron más nítidos y pudo comprobar que algunos tenían un contorno similar a la huella del mamut. Desde siempre le habían llamado la atención aquellas luces de lo alto, y que la mayor parte de las noches podía ver desde la boca de la cueva. Sin embargo, desde que fue aceptado como un cazador más del clan, tuvo que esconder su afición demasiado infantil, y apenas encontraba ocasiones para escudriñarlas.
Tenían hambre, cada vez era más difícil encontrar manadas. Los grandes animales que servían para alimentar durante muchos días y que proporcionaban huesos y colmillos para las herramientas, parecían más escasos que nunca. Habían aprendido a esconderse o habían huido de la tierra, y aquellos círculos blancos del cielo nocturno eran el rastro que habían dejado al pasar.
Tenían hambre, cada vez era más difícil encontrar manadas. Los grandes animales que servían para alimentar durante muchos días y que proporcionaban huesos y colmillos para las herramientas, parecían más escasos que nunca. Habían aprendido a esconderse o habían huido de la tierra, y aquellos círculos blancos del cielo nocturno eran el rastro que habían dejado al pasar.
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