Nunca se había propuesto llegar tan lejos. Su experimento sobre una sustancia que evitara o retrasara la muerte celular había logrado llegar hasta quintuplicar la vida de una ameba. Pero, entonces, se acabaron los recursos financieros para el estudio y se vio obligado a dejarlo.
Pero antes de abandonar el laboratorio quiso llegar lo más lejos posible en las investigaciones iniciadas. Le animaba la esperanza de recuperar las subvenciones y ganar si acaso un premio Nobel. Así que hizo lo que nunca debe hacer un científico que le tenga aprecio a su vida: probó la sustancia en si mismo.
No logró nada de lo previsto: ni recuperar los fondos, ni el premio Nóbel. Pero le daba igual, acababa de tirar a la basura el almanaque número 200 después del experimento.
Pero antes de abandonar el laboratorio quiso llegar lo más lejos posible en las investigaciones iniciadas. Le animaba la esperanza de recuperar las subvenciones y ganar si acaso un premio Nobel. Así que hizo lo que nunca debe hacer un científico que le tenga aprecio a su vida: probó la sustancia en si mismo.
No logró nada de lo previsto: ni recuperar los fondos, ni el premio Nóbel. Pero le daba igual, acababa de tirar a la basura el almanaque número 200 después del experimento.
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