Ir al contenido principal

El francotirador

Lleva horas apostado en la posición. Apenas se mueve, casi es imperceptible su respiración. Sabe que hoy va a matar y que es posible que le maten. Sabe que si sale vivo, más pronto que tarde volverá a estar escondido en cualquier rincón del mundo acechando a una nueva víctima.
Hasta este preciso momento no ha fallado nunca y sólo en una ocasión ha estado a punto de ser derribado. No sabe cómo, pero ha sido capaz de construir un muro entre él y los demás, de forma que lo que pasa a su alrededor apenas le importa. Y mucho menos la muerte de algún enemigo de la patria.
Nada que perder, así le llaman los compañeros. Y tienen razón.
De la casa salen varios hombres, son guardaespaldas. Rodean a su hombre, que avanza agachado hacia un todoterreno negro. Sabe que va a ser difícil, sólo dispondrá de unas décimas de segundo, si tiene suerte. Pero el objetivo no asoma en ningún momento. Piensa en disparar a alguno de los agentes y luego buscar una oportunidad, pero es demasiado arriesgado y si no acierta, posiblemente no habrá una segunda oportunidad. Ha entrado en el coche. Ya es inalcanzable.
Pero, de pronto, una niña pequeña sale corriendo hacia el automóvil. Los guardaespaldas no la pueden parar y el hombre sale del coche para abrazarla. Seguramente será su hija. Seguramente no podrá perdonarle nunca. Y, de todas formas, el tipo ya se había puesto a salvo.
Cierra los ojos y dispara.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El oasis maldito

Durante siglos, los tuaregs han contado la historia del oasis maldito. Con pequeñas diferencias, a lo largo de generaciones han narrado que existe un oasis que cada cien años, o cada 50, o cada 25, emerge desde debajo de las arenas. O viaja sobre las dunas móviles, empujado por el viento. O, simplemente, se materializa. También hay variaciones con los protagonistas. A veces son caravaneros, cada vez menos; otras, un jinete perdido en medio de una tormenta o, últimamente, algún piloto del París-Dakar extraviado. Solo se mantiene sin variación la consecuencia de entrar en su dominio. Una vez que has probado su agua, estás perdido. Si bebes y te marchas, acabarás muriendo de sed en el desierto, porque fuera del oasis la deshidratación se acelera y ninguna otra cosa que puedas beber te saciará. Pero si bebes y, además, pernoctas, entonces te quedarás para siempre, atrapado en el tiempo, condenado a una eternidad de soledad con el único alivio de poder calmar la sed.   Foto: @DUA Es una...

El rapto de Europa

Llevo más de 300 años confinada en este marco, sin poder moverme ni variar mi campo de visión. A diario pasan por delante cientos de personas, muchas de apariencia extraña y con idiomas que no llego a comprender. Creada con Dall•e No sé cómo pasó. Recuerdo que estaba muy enferma, sabía que me estaba muriendo porque me costaba respirar cada vez más. También recuerdo que cerré los ojos y la oscuridad lo llenó todo, incluso el pensamiento. De hecho, cuando Giacomo me pintó ya había comenzado a sentirme mal. De ahí la mirada febril y casi desesperada de mi retrato. Zeus está a punto de violar a Europa en Creta. Yo soy Europa y miro al espectador con una mueca de terror, con los vestidos desgarrados y dejando a la vista la mayor parte de mi cuerpo. Aunque, en realidad, no es mi cuerpo. Giacomo me engordó un poco y me puso unos pechos generosos. Decía que el marqués quería un cuadro que invitase a la lujuria, y mi delgadez de entonces resultaba muy poco atractiva. Él ya sabía que me estaba m...

Vaya mierda de noche

Vaya mierda de noche que he pasado. Podría haber contado las vueltas que han dado las aspas del ventilador del techo a poco que me hubiera esforzado. Eso si no hubiera pasado las horas repasando los números una y otra vez. En los costes no me he equivocado, estoy seguro. Serán más o menos los que he calculado. Pero el problema son los ingresos, los putos ingresos. Vete tú a saber si mis estimaciones son realmente objetivas o solo son el reflejo de mis deseos, como tantas veces les he dicho a los clientes en el banco.  Imagen creada con Copilot Tal vez tendría que haberme quedado donde estaba, de ocho a tres, con mi mes de vacaciones pagadas y un horizonte profesional razonablemente estable de aquí a la jubilación. Es lo que les hubiera gustado a mis padres. Y a mis hijos. Dicen que estoy loco, que ya no soy un niño, que debería estar pensando en la jubilación y no en aventuras empresariales disparatadas. Qué cómo se me ocurre a mis 58 años. Lola incluso me acusa de no querer dedica...