Dejó de notarlo a su lado al tiempo que los reflejos de un amanecer otoñal coloreban un cielo plagado de nubes. Imaginó que sus pasos se dirigirían hacia la cocina. Y luego iría hacia el cuarto de baño, donde escucharía el agua caer.
Entonces cayó en la cuenta de que lo que había estado sintiendo era el vacío. El mismo vacío de las noches anteriores. Dirigió la mirada a la ventana y la perdió entre los rojizos jirones de nubes, buscando entre ellos el hilo que le permitiera encontrar la senda del olvido.
Comentarios