Primero le pareció una fan más, una joven gritona y absolutamente entregada a sus canciones. Más tarde, cuando se le puso a tiro, la consideró como una buena opción para calmar su sed de amores nocturnos. Pero llegó el momento en que comenzó a considerarla un estorbo, una molestia de la que cada vez costaba más deshacerse tras un concierto.
Para entonces ella no podía vivir sin él, lo consideraba una extensión más de su propio cuerpo, una extensión que tenía que obedecer las órdenes de su mente, como sus brazos o sus piernas.
Hace ya tiempo que la policía ha dejado de buscarle, y él ha perdido la esperanza de recuperar su vida. Tal vez por eso, cada noche repite su concierto solo para ella, aunque sigue unido a la pared por un grillete que ha llegado a considerar como una extensión más de su propio cuerpo.
Para entonces ella no podía vivir sin él, lo consideraba una extensión más de su propio cuerpo, una extensión que tenía que obedecer las órdenes de su mente, como sus brazos o sus piernas.
Hace ya tiempo que la policía ha dejado de buscarle, y él ha perdido la esperanza de recuperar su vida. Tal vez por eso, cada noche repite su concierto solo para ella, aunque sigue unido a la pared por un grillete que ha llegado a considerar como una extensión más de su propio cuerpo.
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