Ir al contenido principal

Variaciones sobre una moneda

El céntimo huyó del bolsillo por un agujero disimulado. Desde que había muerto su madre nadie le remendaba los bolsillos y usaba un pañuelo de tela para evitar la pérdida de monedas y llaves. Pero aquel céntimo logró encontrar el camino entre el pañuelo y la tela del bolsillo hacia el agujero. Luego bajó por dentro de la pernera y, tras rebotar en la esquina de la suela, rodó desesperado hacia la alcantarilla.
Julio intentó detenerlo, primero pisándolo para evitar el movimiento; y luego, con el otro pie, cortándole el paso. Pero hay céntimos con decisión que no quieren ser moneda de cambio, y ante la posibilidad de verse de nuevo preso, logró torcer su vertical lo suficiente para girar hacia la derecha y no caer sobre su cara.
El céntimo logró llegar a la boca de la alcantarilla, y mientras caía tal vez pensaba en un reposo eterno, sedimentado entre capas de polvo y basura.
El hombre llegó a casa decidido a coser el bolsillo por si mismo y poner fin a la sangría que amenazaba con empobrecerle.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El oasis maldito

Durante siglos, los tuaregs han contado la historia del oasis maldito. Con pequeñas diferencias, a lo largo de generaciones han narrado que existe un oasis que cada cien años, o cada 50, o cada 25, emerge desde debajo de las arenas. O viaja sobre las dunas móviles, empujado por el viento. O, simplemente, se materializa. También hay variaciones con los protagonistas. A veces son caravaneros, cada vez menos; otras, un jinete perdido en medio de una tormenta o, últimamente, algún piloto del París-Dakar extraviado. Solo se mantiene sin variación la consecuencia de entrar en su dominio. Una vez que has probado su agua, estás perdido. Si bebes y te marchas, acabarás muriendo de sed en el desierto, porque fuera del oasis la deshidratación se acelera y ninguna otra cosa que puedas beber te saciará. Pero si bebes y, además, pernoctas, entonces te quedarás para siempre, atrapado en el tiempo, condenado a una eternidad de soledad con el único alivio de poder calmar la sed.   Foto: @DUA Es una...

El rapto de Europa

Llevo más de 300 años confinada en este marco, sin poder moverme ni variar mi campo de visión. A diario pasan por delante cientos de personas, muchas de apariencia extraña y con idiomas que no llego a comprender. Creada con Dall•e No sé cómo pasó. Recuerdo que estaba muy enferma, sabía que me estaba muriendo porque me costaba respirar cada vez más. También recuerdo que cerré los ojos y la oscuridad lo llenó todo, incluso el pensamiento. De hecho, cuando Giacomo me pintó ya había comenzado a sentirme mal. De ahí la mirada febril y casi desesperada de mi retrato. Zeus está a punto de violar a Europa en Creta. Yo soy Europa y miro al espectador con una mueca de terror, con los vestidos desgarrados y dejando a la vista la mayor parte de mi cuerpo. Aunque, en realidad, no es mi cuerpo. Giacomo me engordó un poco y me puso unos pechos generosos. Decía que el marqués quería un cuadro que invitase a la lujuria, y mi delgadez de entonces resultaba muy poco atractiva. Él ya sabía que me estaba m...

Vaya mierda de noche

Vaya mierda de noche que he pasado. Podría haber contado las vueltas que han dado las aspas del ventilador del techo a poco que me hubiera esforzado. Eso si no hubiera pasado las horas repasando los números una y otra vez. En los costes no me he equivocado, estoy seguro. Serán más o menos los que he calculado. Pero el problema son los ingresos, los putos ingresos. Vete tú a saber si mis estimaciones son realmente objetivas o solo son el reflejo de mis deseos, como tantas veces les he dicho a los clientes en el banco.  Imagen creada con Copilot Tal vez tendría que haberme quedado donde estaba, de ocho a tres, con mi mes de vacaciones pagadas y un horizonte profesional razonablemente estable de aquí a la jubilación. Es lo que les hubiera gustado a mis padres. Y a mis hijos. Dicen que estoy loco, que ya no soy un niño, que debería estar pensando en la jubilación y no en aventuras empresariales disparatadas. Qué cómo se me ocurre a mis 58 años. Lola incluso me acusa de no querer dedica...