Me levanto con el regusto de una noche alcohólica aún en la cabeza. La sábana enrollada en la cintura me retiene unos segundos en la cama, tiempo suficiente como para que me plantee seguir unos minutos más en decúbito supino.
Finalmente venzo a la sábana y a la pereza y encamino los pasos hacia el baño. Allí se me viene a la cabeza uno de los pasajes de Amor en los tiempos del cólera al escuchar el inconstante chorro caer en la taza. Para cuando me pongo delante del lavabo, el golpe de agua en la cara casi no es necesario, pero la costumbre obliga y le pago mi tributo mañanero.
Ya mis ojos son mis ojos y, sin embargo, el reflejo que me devuelve la pulida superficie del espejo no es mía. Es alguien venido de más allá del tiempo y del espacio, alguien que dejó de ser yo hace demasiado tiempo. Y entonces se me ocurre un buen twett: "hoy estoy desespejado".
Finalmente venzo a la sábana y a la pereza y encamino los pasos hacia el baño. Allí se me viene a la cabeza uno de los pasajes de Amor en los tiempos del cólera al escuchar el inconstante chorro caer en la taza. Para cuando me pongo delante del lavabo, el golpe de agua en la cara casi no es necesario, pero la costumbre obliga y le pago mi tributo mañanero.
Ya mis ojos son mis ojos y, sin embargo, el reflejo que me devuelve la pulida superficie del espejo no es mía. Es alguien venido de más allá del tiempo y del espacio, alguien que dejó de ser yo hace demasiado tiempo. Y entonces se me ocurre un buen twett: "hoy estoy desespejado".
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