A veces sueño que dejo de caer. En medio de la bajada, cuando la presión del aire que atravieso me deforma la cara en una sonrisa triste, el tiempo se para de golpe y la tierra rechaza mi abrazo atroz.
No sucede siempre, la mayor parte de las veces, la incomparable sensación de libertad se interrumpe por el dolor físico de la caída, o por el brusco despertar (que no es más que otro dolor aún más físico). Pero cuando dejo de soñar que caigo, a la libertad le sustituye la sensación de poder. Sólo entonces, y sólo dentro de ese sueño, me siento capaz de pedirte perdón.
No sucede siempre, la mayor parte de las veces, la incomparable sensación de libertad se interrumpe por el dolor físico de la caída, o por el brusco despertar (que no es más que otro dolor aún más físico). Pero cuando dejo de soñar que caigo, a la libertad le sustituye la sensación de poder. Sólo entonces, y sólo dentro de ese sueño, me siento capaz de pedirte perdón.
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