El céntimo huyó del bolsillo por un agujero disimulado. Desde que había muerto su madre nadie le remendaba los bolsillos y usaba un pañuelo de tela para evitar la pérdida de monedas y llaves. Pero aquel céntimo logró encontrar el camino entre el pañuelo y la tela del bolsillo hacia el agujero. Luego bajó por dentro de la pernera y, tras rebotar en la esquina de la suela, rodó desesperado hacia la alcantarilla.
Julio intentó detenerlo, primero pisándolo para evitar el movimiento; y luego, con el otro pie, cortándole el paso. Pero hay céntimos con decisión que no quieren ser moneda de cambio, y ante la posibilidad de verse de nuevo preso, logró torcer su vertical lo suficiente para girar hacia la derecha y no caer sobre su cara.
El céntimo logró llegar a la boca de la alcantarilla, y mientras caía tal vez pensaba en un reposo eterno, sedimentado entre capas de polvo y basura.
El hombre llegó a casa decidido a coser el bolsillo por si mismo y poner fin a la sangría que amenazaba con empobrecerle.
Julio intentó detenerlo, primero pisándolo para evitar el movimiento; y luego, con el otro pie, cortándole el paso. Pero hay céntimos con decisión que no quieren ser moneda de cambio, y ante la posibilidad de verse de nuevo preso, logró torcer su vertical lo suficiente para girar hacia la derecha y no caer sobre su cara.
El céntimo logró llegar a la boca de la alcantarilla, y mientras caía tal vez pensaba en un reposo eterno, sedimentado entre capas de polvo y basura.
El hombre llegó a casa decidido a coser el bolsillo por si mismo y poner fin a la sangría que amenazaba con empobrecerle.
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