El viejo actor la miró a los ojos, y la chica bajó los suyos a la espera de la respuesta a su problema:
– Lo que te sucede a vos es que piensas que eres menos que tu hermano por ser mujer. Debes revalorizarte. Vete a una joyería, compra tres monedas de oro y mañana, después de ducharte, te las metes en la vagina, y las llevas ahí todo el día. Cada vez que te sientas inferior por no disponer de pene, piensa en lo que llevas dentro, ¿puede un pene ser más valioso que tu tesoro escondido? Seguro que no.
– Pero es que... No sé, me parece absurdo.
– Tu otro problema es que no crees, no mereces ser curada.
– Lo que te sucede a vos es que piensas que eres menos que tu hermano por ser mujer. Debes revalorizarte. Vete a una joyería, compra tres monedas de oro y mañana, después de ducharte, te las metes en la vagina, y las llevas ahí todo el día. Cada vez que te sientas inferior por no disponer de pene, piensa en lo que llevas dentro, ¿puede un pene ser más valioso que tu tesoro escondido? Seguro que no.
– Pero es que... No sé, me parece absurdo.
– Tu otro problema es que no crees, no mereces ser curada.
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