1.000 veces. La primera vez que la vio, o que se fijó en ella, le llamaron la atención sus ojos verdes, con resplandores amarillos en torno a las pupilas: ojos de ángel o de demonio. De aquello hacía casi tres años. Todas las mañanas de los dos primeros, a las 7:45 en la estación de Nuevos Ministerios. Ella se bajaba en Campo de las Naciones y él continuaba hasta laT4. Pronto, las miradas fugaces de primera hora de la mañana no eran suficientes y comenzó a probar distintos horarios de regreso, pero nunca logró coincidir.
Hasta que la empresa perdió la concesión y el perdió su trabajo. Entonces pudo dedicar todo un año a elaborar un detallado horario de sus rutinas diarias. Bajaba en el Campo de las Naciones y luego continuaba caminando por Ribera del Loira durante unos 15 minutos. Los martes y jueves, usaba la pausa del almuerzo para ir a un gimnasio cercano y regresaba normalmente a eso de las 17:30, salvo que se quedara hasta un poco más tarde o que fuera viernes, día en el que solía regresar en conche con una compañera, la misma con la que luego salía.
500 viajes de metro en dos años y otros 500 en el tercero. Asi que hoy era el mil y uno, era el día en el que los sueños se vuelven realidad. Hoy por fin le hablaría. Se sonrieron a modo de saludo, como cada mañana; luego él estuvo pensando algo inteligente, simpático y arrebatador que decir. Pero no lo dijo...
"Deben ser unos tres años. De hoy no pasa que a la vuelta le diga algo", pensó ella al abandonar el andén.
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