El lunático subió el segundo peldaño. Abrió los brazos y comenzó a gritar: "lo veo todo muy pequeño, los árboles son manchas de color en el prado y nosotros apenas unos puntos". La gente se arremolinó a su alrededor y comenzó a reírse de sus desvaríos.
"Estoy en el campanario y tengo hambre. Veo las manzanas de Abel. Cogeré una". Un grito de águila se elevó sobre las risas y una flecha alada robó de la mano de Abel una de sus manzanas. Sorprendidos, los que antes le señalaban comenzaron a retirarse asustados.
"Soy un águila".
Comentarios