No soy un arqueólogo como los demás. Suelo cometer dos tipos de errores: siempre me hago preguntas que no debería hacerme y, lo que es peor, casi siempre me propongo responderlas. Esta es la razón principal que me ha traído a Israel. La lectura de la Biblia es una inspiración para cualquiera con un mínimo de conocimientos y algo de imaginación. Y una de las historias más increíbles es la de David y Goliat. Resulta evidente que la piedra que usó el primero no podía ser normal, pues a buen seguro que el guerrero Goliat ya había sido atacado con ese tipo de armas en otras ocasiones y llevaba impedimenta protectora suficiente. Y, si David no era especialmente fuerte (hablamos de un pastor), entonces la clave estaba en la piedra.Supuse que el futuro rey debió guardarla tras la batalla, si no esa exactamente, sí algunas como esa. La suposición me llevó a seguir la pista por Palestina, Egipto y Roma, para luego volver a las ruinas del templo de Jerusalén. Debajo del muro de las lamentaciones alguien, no sé aún cuando, dejó enterrado un atillo con tres piedras muy afiladas y con forma de estrella. Porque, ahora es evidente, David mató a Goliat con un shuriken.
Toda su vida había sido una espiral de sucesos que se alejaban para luego acercarse al tema central de su Universo: la Atlántida. Desde que escuchó el primer cuento sobre ella, narrado por su abuelo, supo que irremediablemente estaba atrapado por su búsqueda. Lo leyó todo, desde la descripción idealizada de Platón, hasta las versiones más disparatadas de los grupos herméticos. Había visitado todas las posibles Atlántidas de la Tierra y había coleccionado cuanto documental, libro o folleto turístico que se había cruzado en su camino. Lo sabía todo sobre esa nación, lo posible y lo imposible y, aún así, la seguía buscando porque soñaba con ella todas las noches. Contaba con sesenta años cuando, de la mano de su nieto, descubrió las posibilidades de Internet. Y, entre todos los recursos que descubrió, hubo uno que le hechizó de forma especial, el Google Earth. Desde que lo descargó a su ordenador se pasaba las horas analizando cada centímetro cuadrado del mapa virtual del mundo, intentand
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