El mar rompe una y otra vez contra las rocas del acantilado, arrancándose jirones de espuma en cada acometida. La piedra, altiva, hace frente a las acometidas que se repiten una tras otra, desde siempre; y que seguirán produciéndose hasta siempre, en un proceso eterno.
Pero la roca, poco a poco, va siendo vencida por el agua, que a veces suave y acariciante, a veces enérgica y salvaje, hiere su alma pétrea.
Y mientras la roca se desmorona paulatinamente, sus lágrimas de arena aspiran a ser mecidas por las mismas olas que las han creado.
Pero la roca, poco a poco, va siendo vencida por el agua, que a veces suave y acariciante, a veces enérgica y salvaje, hiere su alma pétrea.
Y mientras la roca se desmorona paulatinamente, sus lágrimas de arena aspiran a ser mecidas por las mismas olas que las han creado.
Comentarios