Estaba intentando concentrarse en la copa que sostenía, pero era imposible. A su lado, una chica de inolvidable nariz cubista, le sacaba un palmo a su enamorado, de aspecto perfectamente olvidable. ¿Qué les había llevado a unirse a dos seres tan dispares? Más allá, un escote de vértigo hablaba de complejos abandonados en la camilla de un quirófano.
Una camarera de mirada triste que se esforzaba en sonreír le sugería un desengaño, o el cansancio de una vida demasiado joven para sentirse cansada. A su lado, la chica del abrigo color verde fosforito gritaba en silencio: ¡miradme!
Millones de historias en aquel apretujado local, historias que ya nunca recordaría y cuyo olvido le llevaría esa noche (como tantas otras) a apurar a sorbos su consciencia.
Una camarera de mirada triste que se esforzaba en sonreír le sugería un desengaño, o el cansancio de una vida demasiado joven para sentirse cansada. A su lado, la chica del abrigo color verde fosforito gritaba en silencio: ¡miradme!
Millones de historias en aquel apretujado local, historias que ya nunca recordaría y cuyo olvido le llevaría esa noche (como tantas otras) a apurar a sorbos su consciencia.
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