Cientos, miles de papeles llenos de números y ecuaciones. Miles de horas tumbada, sentada, arrodillada ante los folios y los libros. Un ordenador muriéndose de asco en el despacho y el suelo de la casa abandonado desde hace semanas. Estefanía ha ido llenando los vacíos creados por los abandonos sucesivos de su madre y su marido con la obsesión matemática; dedicando a su tesis inconclusa los momentos que debiera haber gastado en lágrimas.
Los números son certeros, hierros a los que atarse, pilares inamovibles para sostener cualquier cosa. En ellos no hay posibilidad de engaño. Son lo más real que se pueda encontrar e eñ mundo y Estefanía quiere dedicar su vida a encontrar un algoritmo que permita reducir cualquier aseveración a una expresión matemática y descubrir, así, si ésta es verdad.
Los números son certeros, hierros a los que atarse, pilares inamovibles para sostener cualquier cosa. En ellos no hay posibilidad de engaño. Son lo más real que se pueda encontrar e eñ mundo y Estefanía quiere dedicar su vida a encontrar un algoritmo que permita reducir cualquier aseveración a una expresión matemática y descubrir, así, si ésta es verdad.
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