Nadie supo cómo había llegado hasta allí. Desesperado intentó posarse en la cruceta más alta del mástil. Pero no pudo. Siguió volando hasta el siguiente barco, tampoco lo logró. Quiso planear rumbo a tierra pero poco a poco fue perdiendo altura hasta llegar a posarse, o estrellarse, en el mar. Las gaviotas fueron las primeras en entender qué estaba pasando y comenzaron a volar en círculos sobre el cadáver que adivinaban. Tardaron un poco en decidirse, pero pronto un grupo de embarcaciones se acercó para intentar rescatarle. El buitre nadaba de un barco a otro para intentar subirse a alguno. Estaba tan agotado que no era capaz de impulsarse o posarse sobre ninguno de los múltiples objetos flotantes que le acercaban los navegantes. En un momento dado, hizo un postrero intento de levantar el vuelo. Milagrosamente avanzó sobre el mar unas decenas de metros, lo justo para acercarse tanto a la tierra que luego bastó el empuje de un par de olas para llegar a la orilla. Desde los barcos, los f...