La conversación era a ratos inconexa, pero lo achaqué a lo temprano de la hora y los ruidos del viejo coche. A duras penas supe que era médica, que iba camino de Jaén a hacer un curso de formación continua y que su hija había comenzado medicina, aunque abandonó el primer año. La llevé hasta el cruce de Dólar y allí me hizo parar. Quedé a un lado de la carretera con los cuatros intermitentes encendidos. Salió del coche otra vez con el chaleco reflectante ya que iba a parar "a otro paciente". Y yo me quedé pasmado y con una extraña sensación de dejavù.