Otra vez caí al suelo llena de sangre. Pero no era mía, sino de otra. Yo fui la primera, pero detrás vinieron muchas más. Y ella terminó cayendo, dejando manchas de sangre salpicada a su alrededor.
Vi la luz hace mucho más tiempo de lo que cualquiera puede recordar. Las presiones previas a mi nueva vida fueron fabulosas. Y, durante una parte importante de mi existencia, cada año lo iba viendo todo desde más alto. Hasta que me independicé; abandoné la seguridad de la gran masa de la que yo había sido una parte indistinguible. Así conocí el mar, que terminó de darme forma, a costa de perder una parte importante de mi yo en el camino.
Cuando salí del mar seguía siendo la misma, aunque no me parecía en nada a mí. Y no pasó mucho tiempo hasta que una mano humana, el primer humano con el que me crucé, me recogiera y me trajera hasta aquí, donde otros hombres me arrojan una y otra vez. Y, poco a poco, a base de golpes, he ido cambiado mi original color gris por otro plagado de tonalidades rojas.
Comentarios