Llovió.
Llovió hasta que los techos se curvaron por el peso del agua. Llovió hasta que los muros se empaparon como esponjas. Llovió hasta que todo aquello que era sólido comenzó a disolverse. Encaramados a las ramas más altas rezaron a los viejos dioses y a los nuevos; a los falsos y a los verdaderos. Por unas horas, el cielo pareció escucharles.
Y luego llovió.
Llovió hasta que los techos se curvaron por el peso del agua. Llovió hasta que los muros se empaparon como esponjas. Llovió hasta que todo aquello que era sólido comenzó a disolverse. Encaramados a las ramas más altas rezaron a los viejos dioses y a los nuevos; a los falsos y a los verdaderos. Por unas horas, el cielo pareció escucharles.
Y luego llovió.
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