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Mostrando entradas de abril, 2016

El otro animal

Duque gruñía a su rival mirándole fijamente. No solía ladrar, normalmente aquel sonido gutural bastaba para hacer saber al otro animal que su ataque sería demoledor. Se lanzó al cuello sin previo aviso. El otro animal sudaba profusamente, y respondió al ataque con un respingo. Los hombres gritaban azuzando a los canes y cruzando apuestas unos con otros. Duque había lanzado el primer ataque, pero su enemigo había evitado la dentellada. Al caer sintió cierta debilidad en la pata herida. Apenas se entretuvo en el dolor, fue menos de un segundo. Pero suficiente para el otro perro, que atacó aquella pata que había flaqueado. Duque se supo perdido e intentó escapar del círculo mortal. No pudo, y mientras su vida se escapaba, el otro animal apretaba los dientes furioso. El público aplaudía al campeón, el nuevo favorito que había vencido al gran Duque. Y, mientras, el otro animal maldecía su suerte y pensaba en cuál de sus otros perros podría compensar las pérdidas causadas.

Abatido

Abatido por la falta de inspiración, cerró la sesión. Caminó enfadado por la casa, cruzando el pasillo, dejando atrás la cocina. Abrió la puerta de la terraza y respiró con fuerza el aire enrarecido que subía desde las calles, ocho pisos más abajo. Volvió a acercar la silla al borde y subió. Otra vez el aire pesado que aquella ciudad penetró profundamente en sus pulmones. Apoyó el pie en la baranda y miró hacia abajo. Como las otras veces sintió el vértigo infantil y cerró los ojos. El segundo pie abandonó la silla y abrió los brazos. Y, justo cuando su centro de gravedad iba a cruzar la frontera de la barandilla, una idea cruzó su mente. Recuperó el equilibrio, dejó la silla en su sitio y volvió al estudio. Reinició la sesión.