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Mostrando entradas de mayo, 2012

A tiempo

A veces, acontecimientos que tuvieron lugar antes de tu nacimiento, marcan tu destino con tinta indeleble. Desde que recuerdo siempre tuve una agenda; primero la escolar, que me producía un enorme vacío al no tener ni julio, ni agosto; meses que siempre temía perder en el vacío del calendario. Tampoco pude esperar a la primera comunión para tener reloj, y nunca, nunca, he soportado la impuntualidad, ni la propia, ni la ajena. "Maníaco compulsivo", piensan todos. "Especialmente sensible al paso del tiempo", pensaba yo. Pero la verdad suele encontrar el camino apropiado para llegar a su destino en el preciso momento. Fue en la espera de mi primera sobrina; mientras mi hermana gritaba improperios al género masculino, mi madre rememoraba mi propio nacimiento. Justo el 1 de agosto de 1967, el día que comenzaban las vacaciones judiciales. Tal y como ella había programado para minimizar el efecto en su trabajo; tal y como había calculado su ginecóloga, tal y como ella ha

El informático que se hizo mayor

Jugando. Su vida ha transcurrido jugando. Cambió el balón y los madelmanes por el ordenador que, a falta de juegos, debió aprender a programarlos. Copiando trozos de código basic para que una A mayúscula disparara misiles en forma de puntos contra amenazadoras emes mayúsculas y minúsculas. El juego se convirtió en profesión y pasó del diseño de letras asesinas al de programas de nóminas y protocolos de redes con la misma naturalidad con la que dejó de correr tras el balón para sentarse tras la mesa de su habitación. Para él su trabajo no era más que una prolongación del juego, hasta que esta mañana, por primera vez en su vida profesional fue llamado al despacho del gerente. Y esta vez no era para un ascenso, o para contrarrestar la oferta de un competidor con un aumento, sino para anunciarle que oficialmente pasará a ser un número más de las listas del paro. En ese momento, justo en ese, supo que se había hecho mayor, porque quiso haber vuelto a la infancia y haberse ded

Recordar una décima de segundo

http://tiempodenada.wordpress.com/ Hay muy poca gente con memoria perfecta, una maldición que haría las delicias de Borges, pero que implica recordar incluso aquello que se quiere olvidar. En mi caso, además, puedo remontarme hasta el mismo momento de mi nacimiento. Recreo los jadeos y gritos de mi madre, la voz acariciante de la matrona (supongo) animándola, y el diagnóstico del ginecólogo: “Definitivamente, es un niño”. Sin embargo, hasta donde yo sé, no hay nadie que sea capaz de vivir el tiempo real. Desde que suceden las cosas hasta que nuestro cerebro las procesa pasa una décima de segundo. Vivimos en un falso directo continuo. No quiero presumir, no voy a decir que mi proceso mental sea más rápido que el del resto, lo que sucede es que mi recuerdo es consciente de ese retardo y lo procesa. Por eso, mi percepción de los sucesos pasados es mucho más completa en el recuerdo que en el momento en los que los viví. Y por eso digo que lo mío es una maldición, porque recuerdo ní

Abuela

Hoy he vuelto a ver tus ojos grises. Desde hace días me asaltan a la menor oportunidad. Están en mis sueños, pero también en la realidad cotidiana. Hoy, sin ir más lejos, los he visto en la cara de un niño. No eran exactamente los tuyos, porque les faltaba el apagamiento de los últimos años, pero tenían tu color y la intensidad de tus miradas inquisitivas. Y con los ojos llega siempre tu recuerdo: sabes que no creo en almas ni espíritus ni santos: soy más bien animista: vives porque los vivos te recuerdan. Y yo te recuerdo cada vez que me asaltan tus ojos. "Ponte derecho". "Estudia". "Los moscos no me dejan vivir". "De segundo hay... croquetas". Vuelven tus manías, tus rígidos pensamientos y también, no te creas, el cariño que a trompicones eras capaz de dar. No te preocupes por la resurrección de los cuerpos, tú sigues viva porque, a menudo, vuelvo a ver tus ojos grises.