“Empuja. Un poco más, bonita, que lo estás haciendo muy bien”. Ella empuja con todas sus fuerzas mientras presiona la mano izquierda de su marido. Nunca antes se había esforzado tanto. Nunca antes hubiera imaginado que sería capaz de forzar su cuerpo hasta este extremo. Al principio, los empujones eran silenciosos, pero en la medida que el agotamiento crecía, tuvo que recurrir a los gritos para seguir apretando.
“Uno más, venga, que ya lo tenemos. Uno más y descansas”. Ella suelta el último grito y aprieta la mano de su pareja con mayor fuerza que antes. Él también grita. “Ya está, ya está”. La comadrona la besa en la frente: “lo has hecho muy bien, chiquitica” y el llanto del bebé llena pronto el silencio que la madre ha dejado.
El ginecólogo entrega el bebé a la enfermera para que lo lave y se acerca al emocionado padre: “Enhorabuena, papá. Mire que he visto cosas raras en este paritorio pero es la primera vez que alguien me pide escribir en directo lo que sucede antes que grabarlo en video”.
“Uno más, venga, que ya lo tenemos. Uno más y descansas”. Ella suelta el último grito y aprieta la mano de su pareja con mayor fuerza que antes. Él también grita. “Ya está, ya está”. La comadrona la besa en la frente: “lo has hecho muy bien, chiquitica” y el llanto del bebé llena pronto el silencio que la madre ha dejado.
El ginecólogo entrega el bebé a la enfermera para que lo lave y se acerca al emocionado padre: “Enhorabuena, papá. Mire que he visto cosas raras en este paritorio pero es la primera vez que alguien me pide escribir en directo lo que sucede antes que grabarlo en video”.
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