Es una pena. Una verdadera pena. He elegido el nombre de Judas I y nadie le ha dado mayor importancia. He preferido vestir de negro y sólo ha despertado la ira de un par de famélicas monjas del servicio de cámara. Durante siglos hemos estado luchando por infiltrarnos en la institución, hemos hecho todo lo posible por pervertirla desde arriba hacia abajo y desde abajo hacia arriba con bastante éxito, por cierto. Y ahora que el hijo del oscuro ha cumplido la profecía y ha alcanzado el gobierno del pueblo de dios, ya no importa.
Los hombres ya no creen en dioses, o al menos en los dioses antiguos. Nada de lo que yo pueda decir logrará arruinar más este edificio que ya está apolillado. He conquistado un país fantasma en el que casi nadie cree: unos porque consideran superflua nuestra existencia para explicar el mundo y otros, porque nos han sustituido por los más poderosos dioses del poder y el dinero.
Ahora que ya no importa, hemos ganado la guerra y nadie se ha dado cuenta...
Los hombres ya no creen en dioses, o al menos en los dioses antiguos. Nada de lo que yo pueda decir logrará arruinar más este edificio que ya está apolillado. He conquistado un país fantasma en el que casi nadie cree: unos porque consideran superflua nuestra existencia para explicar el mundo y otros, porque nos han sustituido por los más poderosos dioses del poder y el dinero.
Ahora que ya no importa, hemos ganado la guerra y nadie se ha dado cuenta...
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