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El elefante de Aníbal

No sé dónde me han traído estos seres que caminan a dos patas. Estamos muy lejos de casa y, sin embargo, la manada humana sigue matando y sigue muriendo. No comprendo qué territorio defienden, tan lejos de sus cubiles y de sus crías.
Hace frío, un frío intenso que cada mañana me encuentra entumecido por la humedad de la noche. Otros como yo han caído por el camino, pero su recuerdo se perderá para siempre. No habrá ningún elefante que sea capaz de recordar en qué lugar cayeron, ni que se sienta triste al reconocer sus huesos, porque no hay elefantes en estas tierras. A medida que pasan los días las raciones de comida son más escasas y mis fuerzas se están resintiendo, como las de ellos. Los veo caminar cansados arrastrando los trozos de árbol que utilizan para herirse.
No sé dónde me han traído, pero estoy seguro que ningún otro elefante será capaz de recordarme, ni habrá alguno que se entristezca al pasar junto a mis huesos.

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