No se confundan ustedes. Lo mío no tiene que ver ni con Dios y su Corte Celestial, ni con los marcianos de Ganímedes. Lo mío es difícil de creer hasta para mí. Así que antes de comenzar a querer reírse a mi costa, dejen que les explique. Si es que puedo.
Algunos le llaman aura, yo prefiero llamarle alma, porque no es sólo un círculo de luz alrededor de una persona; ese alma que yo percibo (no sólo la veo) cambia, es cierto, con los estados de ánimo; pero también tiene tendencias que se mantienen en el tiempo, y que son el reflejo de la personalidad de su poseedor.
A algunas personas, el alma se les derrama literalmente, de forma que logran abrazar las de otros seres. Otras, sin embargo, son pequeñas o incluso menguantes, y pertenecen a sujetos normalmente abyectos o resentidos. He llegado a ver un alma que era llorada: se diluía a goterones junto con las lágrimas de una mujer.
Se preguntaran qué pasa con el alma cuando uno muere. Ya les dije que no creo que sea cosa de Dios, no creo siquiera que exista: el alma, simplemente, se extingue. Es más, no descarto que la muerte sólo sea lo que nos sucede cuando se nos gasta el alma.
Algunos le llaman aura, yo prefiero llamarle alma, porque no es sólo un círculo de luz alrededor de una persona; ese alma que yo percibo (no sólo la veo) cambia, es cierto, con los estados de ánimo; pero también tiene tendencias que se mantienen en el tiempo, y que son el reflejo de la personalidad de su poseedor.
A algunas personas, el alma se les derrama literalmente, de forma que logran abrazar las de otros seres. Otras, sin embargo, son pequeñas o incluso menguantes, y pertenecen a sujetos normalmente abyectos o resentidos. He llegado a ver un alma que era llorada: se diluía a goterones junto con las lágrimas de una mujer.
Se preguntaran qué pasa con el alma cuando uno muere. Ya les dije que no creo que sea cosa de Dios, no creo siquiera que exista: el alma, simplemente, se extingue. Es más, no descarto que la muerte sólo sea lo que nos sucede cuando se nos gasta el alma.
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