Una sola vez. He bajado la guardia una sola vez y se ha dado cuenta. Me ha impactado en la ceja: creo que la tengo abierta. Quiero poner en práctica mi famoso juego de pies, pero me ha castigado tanto el hígado que no puedo mover las piernas.
– ¡Eh, arbitro! ¡Me ha pegado después de que sonara la campana!
Tengo la pelea perdida a los puntos. Sólo un milagro me salvaría. Si le enganchara la mandíbula con mi gancho... Si pudiera.
Ya estamos de nuevo: moverme, mantenerme lejos de él, que no me alcance y esperar mi momento. Se sabe vencedor y esa es su debilidad.
El público silva, me silva. A mi. Al viejo héroe, al que ha vuelto después de 10 años. Malditos.
– ¿Queréis que me pegue? ¿Eso queréis? Pues va a ser que no.
Mierda. Me ha dado, se me aflojan las piernas, voy a caer.
Y no me levantaré más.
– ¡Eh, arbitro! ¡Me ha pegado después de que sonara la campana!
Tengo la pelea perdida a los puntos. Sólo un milagro me salvaría. Si le enganchara la mandíbula con mi gancho... Si pudiera.
Ya estamos de nuevo: moverme, mantenerme lejos de él, que no me alcance y esperar mi momento. Se sabe vencedor y esa es su debilidad.
El público silva, me silva. A mi. Al viejo héroe, al que ha vuelto después de 10 años. Malditos.
– ¿Queréis que me pegue? ¿Eso queréis? Pues va a ser que no.
Mierda. Me ha dado, se me aflojan las piernas, voy a caer.
Y no me levantaré más.
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