No podía creerlo. Aquellos que apenas un año antes aclamaban su nombre y lo paseaban en brazos por las calles de la polis, hoy acuchillaban las letras de su nombre en las tablillas de arcilla.
La asamblea de ciudadanos había marcado su destino. Otros ya habían sufrido el mismo castigo antes que él, pero a diferencia de ellos, él se sabía ya al borde de sus días y el ostracismo era una sentencia a morir fuera de Atenas. El peor final para alguien que soñaba con la gloria eterna en la memoria de sus iguales.
La asamblea de ciudadanos había marcado su destino. Otros ya habían sufrido el mismo castigo antes que él, pero a diferencia de ellos, él se sabía ya al borde de sus días y el ostracismo era una sentencia a morir fuera de Atenas. El peor final para alguien que soñaba con la gloria eterna en la memoria de sus iguales.
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