Te vi, como en una ensoñación calurosa de verano, lanzarte desnuda a la piscina. Todos los hombres te miraron con el deseo inscrito en las pupilas, pero yo no quise cubrirte.
En ese momento no supe si te amaba o si te odiaba, y comprendí que nada se comprende.
En ese momento no supe si te amaba o si te odiaba, y comprendí que nada se comprende.
(Gracias, Luis García Montero)
Comentarios