Lo más difícil era colocarse justo al otro lado de la bandarilla, con el vacío —en todos los sentidos— bajo sus pies. Lo sabía bien porque no era la primera vez que lo intentaba, aunque sólo su familia más cercana lo sabía.
"Tan sólo un paso y se acabará toda esta angustia" pensó. "Sólo un pequeño impulso". 50 o 60 metros más abajo el riachuelo fluía torpemente por un cauce que parecía a punto de quebrarse.
Se sintió sólo. Mucho. Esta vez había amenazado con hacerlo, pero en el fondo nadie lo consideraba capaz ¿Por qué hacerlo? ¿Acaso no había fracasado la primera vez?
Respiró profundamente y, luchando con su propio cuerpo, saltó. Y, por unos instantes, todo pareció estar justo en el lugar que le pertenecía por naturaleza.
El tirón de la cuerda lo devolvió al mundo. Luego vinieron los aplausos de los curiosos y los árboles como manchas moviéndose a su alrededor.
No todos los días hace uno puenting.
"Tan sólo un paso y se acabará toda esta angustia" pensó. "Sólo un pequeño impulso". 50 o 60 metros más abajo el riachuelo fluía torpemente por un cauce que parecía a punto de quebrarse.
Se sintió sólo. Mucho. Esta vez había amenazado con hacerlo, pero en el fondo nadie lo consideraba capaz ¿Por qué hacerlo? ¿Acaso no había fracasado la primera vez?
Respiró profundamente y, luchando con su propio cuerpo, saltó. Y, por unos instantes, todo pareció estar justo en el lugar que le pertenecía por naturaleza.
El tirón de la cuerda lo devolvió al mundo. Luego vinieron los aplausos de los curiosos y los árboles como manchas moviéndose a su alrededor.
No todos los días hace uno puenting.
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