Ángel Ogro no hace honor a su apellido. Detrás de esa palabra atroz se esconde un personaje pequeño, un hombre atrapado en el cuerpo de un niño de 12 años. Su voz, que uno podría esperarse aflautada, sin embargo, suena con una gravedad similar a la de un tenor de ópera.
Ángel tampoco hace honor a su nombre, ya que en ocasiones se comporta como un pequeño déspota, atento a los descuidos de los empleados para poder mortificarlos con sus broncas y regañinas.
Ángel Ogro es mi jefe. Y le odio.
Ángel tampoco hace honor a su nombre, ya que en ocasiones se comporta como un pequeño déspota, atento a los descuidos de los empleados para poder mortificarlos con sus broncas y regañinas.
Ángel Ogro es mi jefe. Y le odio.
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