– Ave María Purísima.
– Sin pecado concebida. Dime hija, ¿de qué te confiesas?
– De lo de siempre, padre: lujuria.
– Pero hija, ¿otra vez?
– Es que no lo puedo evitar, el hábito me pone. Y yo... Intento retenerme, pero finalmente mi mente se rebela contra el deseo de acallar mis ansias. Y...
– Me pones en una situación muy complicada. No puedo negarte que yo mismo he tenido... tentaciones. Pero siempre antepongo mi amor a Dios.
– Padre, es que le quiero tanto...
– Ya te he dicho que no puede ser. Además de ser mujeres, las dos sois religiosas. Reza cien Ave Marías y ten a mano siempre algo de hielo.
– Sin pecado concebida. Dime hija, ¿de qué te confiesas?
– De lo de siempre, padre: lujuria.
– Pero hija, ¿otra vez?
– Es que no lo puedo evitar, el hábito me pone. Y yo... Intento retenerme, pero finalmente mi mente se rebela contra el deseo de acallar mis ansias. Y...
– Me pones en una situación muy complicada. No puedo negarte que yo mismo he tenido... tentaciones. Pero siempre antepongo mi amor a Dios.
– Padre, es que le quiero tanto...
– Ya te he dicho que no puede ser. Además de ser mujeres, las dos sois religiosas. Reza cien Ave Marías y ten a mano siempre algo de hielo.
Comentarios