Tras años y años de investigaciones. Tras varios matrimonios agotados y un par de hijos resentidos por su desapego. Tras una historia de autismo social, apenas roto por los noviazgos llenos de pasión. Tras una enfermedad penosa, dolorosa y triste. Tras todo eso, finalmente, había resuelto el misterio.
El mecanismo de transmisión de la tristeza. El por qué la humanidad había podido luchar contra todas sus plagas y vencerlas, excepto la tristeza que seguía año tras año cobrándose un alto tributo en vidas que se negaban a seguir viviendo.
Unos hilos, invisibles por finos y flexibles, se tendían entre todos y cada uno de los seres que se cruzaban. Esos hilos, que entraban en contacto unos con otros, a veces se rompían, en ocasiones por el roce, otras veces por la distancia excesiva. Y el dolor producido por la rotura se traducía en tristeza.
Cuando, poco después, fue capaz de diseñar un filtro para visualizar esos hilos y entonces, descubrió asombrado, que de él ya no salía ni llegaba ninguno. Había vencido a la tristeza, pero enfermó de soledad.
El mecanismo de transmisión de la tristeza. El por qué la humanidad había podido luchar contra todas sus plagas y vencerlas, excepto la tristeza que seguía año tras año cobrándose un alto tributo en vidas que se negaban a seguir viviendo.
Unos hilos, invisibles por finos y flexibles, se tendían entre todos y cada uno de los seres que se cruzaban. Esos hilos, que entraban en contacto unos con otros, a veces se rompían, en ocasiones por el roce, otras veces por la distancia excesiva. Y el dolor producido por la rotura se traducía en tristeza.
Cuando, poco después, fue capaz de diseñar un filtro para visualizar esos hilos y entonces, descubrió asombrado, que de él ya no salía ni llegaba ninguno. Había vencido a la tristeza, pero enfermó de soledad.
Comentarios