Sólo quería aguantar un poco más, lo justo para despedirse de ella.
Estaba en la cama y en su rostro parecía reflejarse una inmensa calma. Su largo pelo blanco le caía por encima de los hombros y sus labios, agrietados y pálidos conservaban a pesar del tiempo y el dolor el mismo tacto suave que 70 años atrás lo embriagó por primera vez.
Ella abrió los ojos muy lentamente y lo miró como si observase a través de su alma, escudriñando la inquietud que percibía en el leve temblor de sus manos. Y ambos hablaron sin palabras. De los hijos, de los nietos, de la dicha y las desgracias.
Luego ella cerró los ojos para siempre y el decidió que ya era hora, que ya estaba todo hecho.
Noticia.
Estaba en la cama y en su rostro parecía reflejarse una inmensa calma. Su largo pelo blanco le caía por encima de los hombros y sus labios, agrietados y pálidos conservaban a pesar del tiempo y el dolor el mismo tacto suave que 70 años atrás lo embriagó por primera vez.
Ella abrió los ojos muy lentamente y lo miró como si observase a través de su alma, escudriñando la inquietud que percibía en el leve temblor de sus manos. Y ambos hablaron sin palabras. De los hijos, de los nietos, de la dicha y las desgracias.
Luego ella cerró los ojos para siempre y el decidió que ya era hora, que ya estaba todo hecho.
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